Angela de la Casa e Intendente Octavio Zóbboli. Así se llaman las avenidas que nacen en el Bv. Roca, una hacia el Sur, la otra hacia el Norte. Para el rafaelino promedio, esas avenidas son "la ruta 34". Y también lo son y serán, por lo menos hasta este miércoles a las 15.30, para los conductores de 9.300 vehículos que, en promedio, circulan por la travesía urbana de la RN 34 en Rafaela.
Cuando se dé el vía libre para el tránsito por la flamante Variante Rafaela, en construcción desde hace 8 años, quedará atrás una historia de 6 décadas en la que la RN 34 fue una frontera primero y una cicatriz después, en el medio de la ciudad. Frontera primero, porque fue un límite geográfico que condicionó el crecimiento hacia el Oeste. Y cicatriz luego, porque quedó allí, como un "tajo" que dividió a Rafaela. Se estima que ahora cerca del 30% de la población de Rafaela vive o trabaja al Oeste de "la 34".
Límite y vidiriera
Pero la travesía urbana de la ruta fue a la vez un poderoso motor para el desarrollo y crecimiento de esa parte de la ciudad. Vidriera inmejorable para mostrar los productos de la ciudad a miles de personas que transitan hacia o desde el Norte del país, con los años surgieron gran cantidad de emprendimientos que eligieron esa parte de la ciudad para crecer y desarrollarse. Algunos mojones quedaron: el Aero Club, la "Cruz" -en la intersección con Fanti- o la planta de Giuliani, de las primeras en instalarse a la vera de la ruta cuando pocos imaginaban que hacia allí se orientaría la radicación masiva de industrias de todo tipo.
Cuando la "frontera" dejó de serlo gracias a la expansión de los barrios del Oeste se notó también la poderosa barrera que significaba la ruta, cada vez más metida en el "medio" de la ciudad. Cruzar canales de desagüe -el Sur a la altura del Amancay; el Norte desde el Martín Fierro al Fasoli-, redes eléctricas, de telefonía, de fibra óptica, de gas natural, de cloacas, de agua potable, todo era dificultoso. "La ruta" era el problema.
Angela de la Casa y Octavio Zóbboli no son -hasta este miércoles, al menos- avenidas comunes de la ciudad: eran y son "la ruta". Hasta cambiar una luminaria es responsabilidad de otra jurisdicción. Custodiar su seguridad es tema de Gendarmería Nacional. Poner un semáforo es asunto de Vialidad y del Corredor Vial. Lo mismo para reparar el pavimento. Todo eso se termina este miércoles, más allá de los plazos que operen en términos administrativos.
Allí sólo comienza la magnitud del desafío que le espera a Rafaela. Porque lo principal será entender que la vidriera que mostraba la ciudad al tránsito de paso por la 34 ahora será un salón secundario: sólo entrará a Rafaela el vehículo -desde el automóvil en el que circule una familia hasta el camión con carga peligrosa, pasando por los micros de larga distancia que unen la capital del país con el noroeste argentino- que tenga alguna necesidad puntual o que desee proveerse de un servicio o mercadería específica.
El impacto inmediato
Hoy por hoy, se estima que 9.300 vehículos de todo tipo pasan por la travesía urbana de la RN 34. De ellos, 2 mil son camiones. Es un promedio preciso, tomado en base a los registros de los peajes y de las cámaras que hay en Rafaela. De los 2 mil camiones, sólo un 10% llega a Rafaela para cargar o descargar en la ciudad. El resto está "de paso". ¿Cuántos seguirán entrando para reparaciones, pernocte o carga de combustible? De los micros que hacen escala en la Terminal o en los paradores porque habitualmente pasan por delante de esos sitios, ¿cuántos seguirán eligiendo detenerse en Rafaela si ahora tendrán la opción de ganar tiempo esquivando la ciudad?
Son preguntas que desde este miércoles tendrán una absoluta actualidad. Cierto es que disminuirán considerablemente los peligros del tránsito. ¿Cuántos accidentes fatales hubo en la travesía urbana de la RN 34 en estos años? Muchísimos. Cruzar la "cicatriz" urbana siempre fue un dolor de cabeza para todos. Y siguen surgiendo preguntas: ¿cómo se hace para mejorar la integración de los barrios del Oeste, para agilizar la vinculación entre sectores, para que Angela de la Casa y Octavio Zóbboli sean realmente unas avenidas urbanas como lo son Santa Fe o alguna otra de la ciudad? ¿Qué político habló de esto en las últimas campañas, y quién lo está haciendo ahora mismo, cuando el corte de cintas está al caer y la foto de la inauguración es la satisfacción de unos y la envidia de otros?
Hay que repensar todo. Desde cómo se planifica esa integración necesaria hasta cómo se adecúa la ciudad a preparar su nueva "vidriera", esta vez de frente a una autopista que le pasa por su costado más vulnerable a potenciales inundaciones, pero sin que esa autopista quede dentro de pocos años con los mismos problemas que generó durante décadas la travesía urbana de la 34.
Todo será materia de debate y desafío para las próximas gestiones municipales. Será necesario estar a la altura, y el sayo le cabe no sólo a los que ocupen los despachos principales de Moreno 8, en todos sus pisos, sino también a quienes desde las instituciones intermedias deben contribuir a pensar la ciudad de los 150 años, que están a vuelta de calendario.
Mientras tanto, hoy a las 15.30, cuando el grueso del tránsito de la 34 deje de atravesar el corazón de la ciudad para acelerar en la cómoda autopista de los bordes, se iniciará otra historia para Rafaela.