Un Tribunal Pluripersonal encabezado por los Dres. Nicolás Stegmayer, Juan Gabriel Peralta y José Luis Estévez condenó, sobre el mediodía de este miércoles, a un hombre acusado de abuso sexual gravemente ultrajante y promoción de la corrupción de menores, agravado por estar encargado de la guarda de la menor.
La acusación había sido llevada adelante por la Fiscal Gabriela Lema, quien había solicitado durante el juicio oral y público, una pena de 30 años y que la misma se cumpla en un establecimiento penitenciario. Sin embargo, el tribunal rebajó la pena pretendida y mantuvo (por el momento), la reclusión domiciliaria que el hombre venía cumpliendo. Además, ordenó la incorporación de su perfil genético al Registro Nacional de Datos Genéticos Vinculados a Delitos contra la Integridad Sexual.
Si bien los fundamentos del fallo todavía no fueron publicados, los jueces consideraron que H.Z. (debe omitirse el nombre para evitar la revictimización de quien sufrió estos hechos) fue el responsable de, en palabras de la Fiscal Lema, “abusos crónicos, sistematizados y de perversión”. Según la imputación, entre el 2010 y 2014, abusó sexualmente en varias oportunidades de la menor que en ese momento tenía 6 años.
El vínculo entre ambos estaba dado por ser pareja de una tía de la víctima. Con la excusa de jugar aprovechaba la ocasión para abusarla, según detalló la fiscal Lema. Le hablaba a la niña del juego del "cuartito oscuro", un lugar donde este sujeto se desnudaba y cometía "hechos aberrantes". Con un agravante más: hacía participar a un menor de edad de 8 años, obligándolo a observar la situación.
El cruel relato de lo vivido reflejaba la perversión de sus actos: H.Z. llevaba a cabo los abusos en una vivienda de barrio Alberdi, donde además de “jugar al cuarto oscuro” solía bañarse con la puerta del baño abierta y también aprovechaba oportunidades, como estar en la pileta con los menores, para manosearlos.
El calvario terminó para la victima cuando tenia entre 10 y 11 años. No obstante, no fue hasta los 16 años que pudo atreverse a denunciar lo ocurrido. 10 años después, finalmente tuvo justicia.
