Por Julio Armando
En un aula de Rafaela, donde los sueños de superación encuentran su cauce, Ivana Vignatti acaba de cerrar un capítulo esencial de su vida: terminar la secundaria a sus 51 años. La Escuela de Enseñanza Media para Adultos (EEMPA) N° 1007 "Libertad" fue el escenario de una travesía que no sólo redefinió su historia personal, sino que también la conectó con un propósito más grande: inspirar a otros a nunca rendirse.
"Es algo que me lo debía", confiesa Ivana a RAFAELA NOTICIAS con una mezcla de orgullo y emoción. Su viaje escolar comenzó en 2022, motivado por una conversación transformadora con su hijo César. “Ma, ¿por qué no hacés algo por vos? Terminá lo que nunca empezaste”, le dijo. Ese consejo resonó profundamente en ella, impulsándola a inscribirse y afrontar el desafío.
Ivana rememora cómo el estudio, después de tantos años, no fue tarea sencilla. "Me había olvidado de todo ya, muchos años pasaron. Pero no fue imposible". Con una disciplina admirable, dedicó tiempo diario a estudiar, leer y apoyarse en herramientas modernas como tutoriales en internet. Ese esfuerzo constante dio frutos: terminó con un excelente promedio y el honor de ser la primera escolta de la Bandera Nacional.
El retorno a las aulas también le regaló una comunidad que, en sus palabras, fue clave para su éxito. "Conocí a otras personas, otro ambiente. Mis compañeros y los profesores siempre estuvieron ahí, apoyándonos entre todos". No solo se sumó al grupo, sino que se convirtió en líder y fuente de motivación como delegada de su curso. En los momentos difíciles, esa red de apoyo le devolvía fuerzas: "Cuando me veían un poco de caída, me levantaban".
Ivana también destaca los pequeños pero significativos gestos que marcaron su experiencia escolar. Desde los carteles de motivación que los alumnos creaban cada jueves hasta las actividades en grupo que fortalecieron los lazos entre ellos, cada momento fue un paso más hacia su meta. Incluso hubo espacio para la reflexión y el aprendizaje en temas que nunca antes había explorado: filosofía, psicología y tantas otras materias que, según dice, "me ayudaron a tener la mente ocupada en cosas nuevas y a defenderme ante situaciones de la vida".
Uno de los momentos más conmovedores de su relato fue su participación en una charla sobre la donación de órganos, donde compartió la historia de su hijo Hernán. "Le doné un pedacito de hígado cuando tenía 10 años", comentó. Acción que le permitió tenerlo con ella 9 años más. Esta experiencia la conectó con una causa que lleva en el corazón y que también supo transmitir a sus compañeros.
Para Ivana, haber completado esta etapa de su educación es mucho más que un logro académico; es una victoria personal. "Me llena de orgullo saber que lo logré. Fue una materia pendiente por años, y hoy puedo decir que me la regalé a mí misma". Con la humildad y la determinación que la caracterizan, no duda en enviar un mensaje a quienes están dudando en retomar sus estudios: "Háganlo, no se deban esa materia en la vida. Se puede, y es algo que uno hace por uno mismo. No bajen los brazos".
Hoy, Ivana celebra su logro rodeada de su familia y la comunidad que la acompañó en este camino. Su historia es un recordatorio de que nunca es tarde para cumplir los sueños y que, con esfuerzo y apoyo, lo que parece imposible se transforma en realidad.